lunes, 11 de noviembre de 2013

Pediatras



Casi todas las madres que conozco dicen estar contentas con su pediatra. Conectan, hay una comunicación ágil y resuelve cualquier duda o consulta. Es importantísimo dar con un buen pediatra puesto que se convertirá en un facultativo casi omnipresente en los primeros años de vida de nuestros hijos. Aún recuerdo al mío. Un tipo serio pero enorme en lo suyo y, además, creo que me debió visitar hasta cerca de los 18 años. Pero puede ocurrir que nos topemos con un o una pediatra con la que no haya ese feeling o que tenga una metodología muy particular.

Os pongo en antecedentes. Mi hijo iba para dos meses con tos, sobre todo nocturna y esta lo hacía despertar a media noche irritable, nervioso, congestionado... Probábamos de todo: humidificador, suero para la nariz, Dalsy, brazos, nuestra cama, etc Algún que otro día cogió fiebre y lo llevamos de urgencias. Poca cosa nos decían para salir del paso. Paracetamol si le subía la fiebre, muchos lavados nasales y que durmiera un poco elevado. En cuanto podíamos lo llevábamos a su pediatra y, como en muchas otras ocasiones, el diagnóstico era el virus de turno con lo cual poco se podía hacer ya que tocaba esperar que el proceso siguiera su curso.

El colmo llegó el pasado martes cuando la profesora de la guardería nos advirtió que se había pasado el día tosiendo y le costaba respirar. Nos hicieron un hueco de urgencias con su pediatra y, tras tres horas de espera, nos dijeron que tenía un fuerte constipado y que mientras fuera a la guarde lo íbamos a tener así, por lo menos hasta junio. Tres días después con sus tres noches en vela levantándonos cuatro y cinco veces decidimos buscar una segunda opinión con su pediatra de Mútua, en la otra punta de la ciudad. Sólo hicieron falta diez minutos para dar con un diagnóstico contundente: una clara bronquitis y doble medicación. Lleva tres días de tratamiento y ha dejado de toser, duerme perfectamente, come, juega, está de buen humor y vuelve a la guardería. No hago más que pensar en los dos meses que lo hemos dejado sufrir y toser sin parar.

Realmente, pese al mosqueo que me produce la pérdida de tiempo, este episodio no ha tenido mayor importancia pero me ha dado en qué pensar.  Y es que cosas parecidas han ido pasando durante este año cuando hemos ido a la consulta de su pediatra en el CAP. Son reacios a dar antibiótico y muy partidarios a dejar que los procesos sigan su curso por si mismos. No soy médico y no voy a hacer de ello en este Blog pero creo que es de sentido común que cuando un resfriado, una tos o una fiebre por ejemplo no amansa en varios días o semanas (no digamos un mes), hay que atacar de manera más contundente, para evitar males mayores y sufrimientos innecesarios. Pero de la misma manera que critico la falta de reacción criticaría la ligereza dando tratamientos precipitados si es lo que hubiera vivido.

No me gustaría que este post pareciera una crítica a este sector ni una diferenciación entre los de Seguridad Social y los de pago porque buenos y malos profesionales hay en todos sitios. Confío ciegamente en los pediatras y, es más, pagaría por tener línea directa y poder consultar cientos de cosas cuando me asaltan las dudas. Tan sólo me ha parecido un episodio curioso para explicar.

Otra cosa que he comprobado en mis propias carnes es la facilidad con la que se propagan los virus y se traspasan de niños a adultos. Mi peque ya me ha contagiado anginas y gastroenteritis. Con la diferencia de que ellos lo pasan y no pierden las ganas de jugar y nosotros tenemos que aislarnos del mundo en la cama.

En conclusión, una vez más debemos guiarnos por nuestra intuición, también para elegir médico o pediatra. Desde luego, debemos sentir la mayor de las confianzas ya que ponemos en sus manos nuestro mayor tesoro. Y por qué no, repetirnos que es cuestión de tiempo que se inmunicen, que el primer año de guardería es así, todos han pasado por lo mismo. Pero sólo pensar que el frío apenas ha comenzado... Brrrr

2 comentarios:

  1. Desespera porque como tu dices no somos pediatras y debemos confiar en lo que nos dicen! A mi me pasó lo contrario, cambié la pediatra del seguro por la del Cap. La del seguro era una pediatra que nos metió miedos en el cuerpo q no existían, que al ser padres primerizos se intensificaron! Y cuando decidimos ir a la del Cap desaparecieron y nos dió una seguridad, tranquilidad y seguridad que necesitábamos! Ahora en nuestra aventura americana está siendo otro reto buscar un buen pediatra, aunque parece que estos aires le sientan bien a Maya porque no nos ha hecho falta ir excepto para la revisión rutinaria!!
    Ánimo con estos primeros años!!!!

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  2. Como dices, somos padres novatos, necesitamos que nos guíen continuamente y nos preocupamos mucho. Dicen que nosotras somos los principales médicos de los niños porque nadie como nosotras sabe lo que le pasa. Por eso mi intuición me decía que buscara otra opinión. Y bingo, dimos en la tecla correcta.

    No me extraña que Maya no se ponga malita, no quiere perderse nada de esa aventura!

    Un beso gordo y a abrigarse!!

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