domingo, 12 de mayo de 2013

El primer susto duele el doble. ¡Pero a nosotras!

Hola mamis!

Antes de explicaros a qué me refiero con este título tan ambiguo (os he picado la curiosidad?? jeje), me gustaría comentar una iniciativa fantástica que están teniendo madres bloggeras de todo el mundo. Se trata del Best Blog Award, un premio que se concede a través de una cadena de votos entre bloggeras. Si una es escogida entre las once premiadas de una mami, debe seguir la cadena votando once blogs más y respondiendo una serie de preguntas. Las premiadas hacen lo mismo y así sucesivamente. Es una manera original de dar a conocer nuestros Blogs y hacer un reconocimiento a los relatos de otras madres. Pues bien, es un honor para este Blog haber sido votado por una mami venezolana: Patricia Rodríguez, autora del precioso Blog "El camino de la maternidad". Muchísimas gracias Patricia!!

En mi próximo post daré mis once premios. Me hace mucha ilusión formar parte de esta cadena y comprobar que estamos formando una comunidad increíble. De lo que seríamos capaces unidas!! ;-)




Ser madre nos aporta infinidad de satisfacciones y momentos babero. Por momentos babero no me refiero precisamente a dar de comer a nuestros pequeñines. Hablo de esos instantes en los que nos quedamos embobadas mirando a los bebés sonreír, enseñar un diente, hablar, dormir o simplemente mirarnos. Pero los peques también nos dan sustos porque, a partir de cierta edad, se mueven mucho y no se les puede perder de vista ni un instante. Mi hijo no camina todavía pero a sus 9 meses está en ese momento en el que lo dejas sentado en su alfombra y al minuto, no sabes como, está de morros contra el suelo. Cuando no tiene ganas de aguantarse con la mano, se deja caer y mejor que no lo haga sobre algún juguete. A veces me pregunto si dramatiza las cosas para conseguir su más preciado tesoro, el que lo calma todo, el chupete. Desde aquí mi admiración y gratitud para el inventor del chupete. Mi siguiente reconocimiento será para el inventor de la fórmula para quitárselo porque me temo que será una tarea difícil. Recuperando el hilo, como os comentaba, estamos en el momento en que el niño ve algo y lo tiene que coger. Mientras sea algo que tenga a su alcance, no hay problema, pero cuando hay alturas de por medio, mal. Y un descuido de segundos puede ser más que suficiente.

Hace unas semanas pasó lo que os estáis imaginando, mi niño se cayó del cochecito de cabeza buscando aún no sé el qué. Lo acabábamos de desabrochar porque habíamos llegado a casa y el momento de coger él teléfono a escasos centímetros suyos fue lo que tardó en sacar el cuerpo hacia un lado. Os imaginaréis el susto que nos llevamos. El niño lloró cinco minutos, ni uno más, pero había que llevarlo a urgencias porque un coscorrón en la cabeza se ha de mirar. Como os decía, el peque apenas lloró unos minutos pero yo lloré en casa, en el taxi, en urgencias, en radiografías, al salir del hospital, al llegar a casa.... El resto de madres en urgencias me miraban con cara de compasión como si estuvieran viendo un clásico en toda regla. Vamos, que se veía a leguas que era una mamá primeriza viviendo la primera de muchas caídas de su bebé. Durante la espera, mis "compañeras" se dedicaron a explicarme anécdotas de las caídas de sus hijos. Supongo que para hacerme sentir mejor y ayudarme a sacar de encima ese terrible sentimiento de culpabilidad. Pero hasta que un médico no me dijera que podía estar tranquila, nada me podría consolar. Aún así, agradezco mucho a estas mamis que me intentaran sosegar. Comprobé realmente que esto es algo que pasa muy a menudo lógicamente y que el peor golpe es el primero (siempre que no sea algo grave por supuesto). También me comentaron que los niños son más trastos que las niñas. Pues vamos bien, si a estas alturas ya es travieso, cuando camine qué hago????

Después de saltarme todo el protocolo a mi llegada y plantarme delante de una doctora en urgencias sin pasar por recepción ni la sala de espera (era la primera vez que iba, todo hay que decirlo), me tranquilizaron con una primera y rápida observación. Después estuve ese ratito esperando con las otras madres y luego ya llegaron las radiografías. Descartaron hacer una de cabeza porque no había ni chichón. Hicieron un par de la clavícula porque el niño se había quejado al palparle. Durante unos minutos rumiamos la posibilidad de una fisura. En ese rato, unas madres que nos acompañaban nos hicieron el relato de turno de la rotura de clavícula de sus sobrinos/primos/hijos/etc. Lejos de consolarnos a mi marido y a mi, nos angustiaba todavía más imaginar a pobres críos así aunque en el fondo dudábamos que fuese nuestro caso porque nuestro hijo estaba tan pancho. Finalmente, ni fisura ni nada. Nos volvimos con el peque como una rosa y la recomendación de observarlo un poquito durante la noche.

Estas experiencias sirven realmente para aprender a no bajar nunca la guardia y darnos cuenta de la responsabilidad tan grande que tenemos. También debemos ser menos duras con nosotras mismas. Tuve un sentimiento de culpabilidad enorme aquella noche porque, ciertamente, esa caída era evitable. Pero cuando los niños caminan y no podemos estar a su lado las 24h, también caerán y se darán golpes. Está claro que tomaremos las precauciones necesarias para que se muevan en un entorno seguro pero tropezarán, caerán y llorarán. El primer golpe duele el doble porque es el primer susto y la primera visita a urgencias. Me sentí como si me graduara finalmente al escuchar a las otras madres y por dentro las envidié al verlas tan seguras. También llamamos a una amiga a la que pusimos en un compromiso sin querer porque cuando se trata del hijo de otros, no puedes decirle que lo observe y se quede en casa si aparentemente está todo bien. Nos recomendó ir de urgencias. Normal, si luego se complicara por no haber acudido a un médico, se sentiría fatal. Desde luego, tratándose de bebés yo recomedaré mil veces ir a urgencias y salir de dudas.

Una lección más en esta carrera como madre. ¡Y lo que está por llegar!

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